Peña y Goñi kalea, 3 20002 Donostia-San Sebastián

¡Date cuenta de que puedes hacerlo!

Las personas que ven la vida pasar podríamos decir que están a la deriva, como un barco. Hay quien cree que no hace falta tener altas expectativas, hay quien tiene otras prioridades, otras personas no saben poner en orden sus ideas… El resultado siempre es el mismo: los días pasan, la vida avanza pero nosotros no. Tengo que decirte que todos tenemos anhelos e ilusiones, circunstancias que nos harían sentirnos felices, aptos y capaces. ¿Qué es lo que ansías tú?… ¡Date cuenta de que puedes hacerlo!

A menudo, lo que se piensa es que no somos capaces de alcanzar una meta, tanto que ni realizamos relaciones entre ese hito y nosotros mismos, somos realidades totalmente separadas. Sin embargo, debes saber que si las cosas se dan es porque pueden darse, y si tu vecino puede, ¡tú también!

¿Cuál es tu meta? ¿Qué éxito te causa interés? Te voy a contar por qué ni te planteas tener metas o por qué, a pesar de desearlo, no haces nada por conseguirlo, o por qué a pesar de proponértelo siempre hay algo que chafa tus planes.

Los niveles de conciencia de nuestras capacidades

Existen cuatro fases o etapas en lo que es la conciencia de nuestras capacidades. Vamos a ver en qué consisten y cómo te condicionan a la hora de conseguir tus metas.

Pensamos que es posible para los demás

Hay aspectos que vemos que otros han conseguido o pueden conseguir pero vemos que es un imposible para nosotros sin pararnos a pensar siquiera en las posibilidades, justificando nuestras acciones que lo imposibilitan y poniendo excusas. Estamos totalmente condicionados por una imposibilidad que se ha creado en nuestro interior no sabemos cómo ni cuándo pero que nos hace vernos como inútiles al respecto; ni se nos pasa por la cabeza la posibilidad de vernos en una situación similar.

Creemos que otros podrían hacerlo y desearíamos conseguirlo nosotros

Anhelamos el triunfo de los demás y nos comparamos para saber por qué nosotros no lo hemos conseguido, acercando la concepción que tenemos de nosotros a la de alguien que ha tenido éxito. Hemos acortado las distancias en este aspecto y consideramos que exista la opción de conseguir lo mismo para nosotros. Sin embargo, no nos sentimos capacitados o merecedores; no tenemos todavía la confianza en nosotros mismos suficiente para relacionar ese éxito con nosotros.

Pensar que es posible para mí y proponérmelo

Este tercero se conoce como el nivel de conciencia. Ello se debe a que ya hemos trabajado nuestra autoimagen y nos sentimos merecedores de los logros que anhelamos. Además, hemos sabido encontrar los motivos suficientes para empezar a proponérnoslo. Aun así, suelen ir apareciendo limitaciones esporádicas; tómalas como pruebas que se te ponen delante para comprobar cuán comprometido estás con tu meta.

Este nivel deberá ir evolucionando hasta que te hayas comprometido y decidas tirar para adelante.

Creer que es posible y hacerlo

Hemos tomado la decisión renunciando a todas las cosas que continuamente nos desvían de lo que ya son objetivos. Nos diseñamos un plan de acción que se cumple, con sus dificultades, pero que nos permite ir avanzando. Si tu personalidad y tu autoimagen están bien trabajadas serás capaz de asumir que eres tú quien lo ha conseguido. Si no, tratarás de creer que tu éxito se debe a otros aspectos como la suerte, el trabajo de los demás, etc. Y es que esta última etapa, aunque haya supuesto muchos logros, también está llena de dudas, miedos e insatisfacciones; la vida es así.

Ya sólo queda perseverar, ser determinante, tener confianza y ganas. El equilibrio de tus emociones y el que se da entre tu mente y tu cuerpo debe ir mejorando hasta ser perfecto, estando todo tú en sintonía.

Para terminar, te voy a dejar algunas reflexiones que se relacionan con este tema.